Miguel Ángel Menéndez I. La Tierra Tierra caliza, dura, en la que el agua, para volver al mar, rompe su brecha en lo profundo de la roca viva. Cantera, pedregal del mundo, cima de Atlántida: tus pájaros volando mueren como de rayo por la sed. Roca plana, sin cumbre, sin abismos, que ni siquiera cicatriz de río. Cada flor significa un heroísmo. Tierra en la que no hay árboles gigantes ni oasis perfumados, en que para vivir se necesita ser muy hombre. En que se come el corazón del hambre; donde el que tiene sed araña rocas y ya loco de sed bebe su sangre. Roca mi cuna; roca su mortaja; sabana seca, inhóspita, bravía, en la que el pozo es el rey de la baraja. Cuna de roca y ataúd de laja. Mi páramo nativo sólo ansía la fresca bendición de una tinaja. Mi pueblo se alborota con la lluvia: estremece sus pávidas espinas con el galope del caballo de oros. Sobre la pampa calcinada, yerta, entre púas, parece -¡vida en puerta!- que se salva el maizal. Tierra de abnegación, pequeña y grande, don...